lunes, 3 de agosto de 2015

Diferentes

Yo tenía catorce años cuando murió Félix Rodríguez de la Fuente, fue la primera pérdida ajena a la familia que recuerdo con dolor. Me gustaban los episodios de la Fauna Ibérica que veíamos  por la televisión los viernes, creo recordar. Casi cuarenta años después,  hoy he visto un capítulo en reposición, supongo que lo único bueno de esta depresión, a la que renuncio a llamar crisis, es que reponen cosas de antaño, para ahorrar digo yo, que no para solucionar el tremendo descrédito y deuda que tiene la televisión pública de nuestro país.

Constaté, con sumo agrado, que a pesar del tiempo transcurrido y las mejoras técnicas de hoy con respecto a los medios que se tuvieron entonces, los episodios me parecían mejor si cabe que el recuerdo que tenía de ellos: armoniosos, bien estructurados, con una poesía narrativa única que parece ser más propia de una obra artística que de un documental de zoología. Espléndidos, maravillosos, casi diría que inigualables.
 Me interrogo por el qué de estas singularidades, qué es lo que las diferencia de las comunes historias, de los comunes narradores, que a pesar de disponer de medios muy sofisticados carecen de carisma, de arte, de intuición. Una sutil melancolía aparecía en cada palabra de Félix, como si una infinita ironía prefigurase el lamento de la pérdida de su vida pocos años después. Era distinto, sugerente, integrado en palabra y obra con los seres vivos que  nos mostraba, que quetía y que nos hacía querer: por él supe, de niño, del lirón careto, del lobo, de la cigüeña, del halcón peregrino, y de tantas y tantos seres y cosas, maravillosos, fascinantes, queridos.

Sigo pensando que debe ser una predestinación la de algunos seres que parecen haber nacido para hacer algo que sin ellos no existiría, como una figuración, como un testimonio, como un poema.

1 comentario:

  1. Si estoy casi segura de tu hermoso final David: " Sigo pensando que debe ser una predestinación la de algunos seres que parecen haber nacido para hacer algo que sin ellos no existiría, como una figuración, como un testimonio, como un poema.".


    " Las personas singulares positivas son las que marcan", las que otorgan un giro distinto y hermoso en la vida, como si de un Don Divino les hubiese entregado y Félix era uno de esos. También tenían Fé y Pasión en lo que creían, pero no es menos cierto, que había como una especies de mecenas que confiaban en los proyectos de otras personas, que sabían escuchar y apostaban por ello...hoy en día, sobre todo nuestro País ni escuchan, porque quizás puedan tener miedo de sentirse lo que son...mediocres en el mal sentido, porque la palabra mediocre hay que respetarla, ser mediocre no significa padecer un pecado, todos no vamos a ser grandes números unos de lo que sea, somos normalitos pero buenos, eso sí...buenos.


    Sencillo y hermoso artículo, David, se te echaba de menos. Un abrazo. Teresa.

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