miércoles, 17 de septiembre de 2014

Óxidos y Tiempos (ficción literaria)



Decía Lord Carvoon en 1849, en una epístola al Archbishop of Canterbury  que después  daría lugar a un ensayo -según explica pasados alguños años el autor en en el prólogo- que se tituló: Natural Philosophy and History, publicado  tras muchos avatares en 1857, que él temía al tiempo, no a la historia:
"I fear the time, not to history".
Temor al tiempo, y no a la historia, o sea temor a la causa, más que a su efecto. Consideraba Lord Carvoon, en la carta, que el tiempo era la causa de la historia y le explicaba al arzobispo -no sin cierto porte doliente y dolido, quizá consecuencia de su dolor crónico, pues padecía de artritis- que la historia es la consecuencia, nunca la causa.
Más adelante, en la obra citada, curioso ensayo en el  que, por ejemplo, relaciona las gemas con las  Virtudes, y los venenos con las potestades del infierno, propone varios ejemplos donde el tiempo es el protagonista, el inquisidor inapelable que todo lo destruye, lo termina y lo acaba. Su visión es siempre finalista, y pesimista, pues también podría aducirse que en el tiempo se nace, y se crece, pero Lord Carvoon no menciona en ningún momento un hálito de Esperanza, el tiempo para él básicamente es la causa de la corrosión, del desastre, del averno. Seguramente John Bird Sumner debió replicarle -no consta- pues para un cristiano esta visión negativa niega a la Providencia en su  dimensión más trascendente, o sea en su dimensión constitutiva, en su misma razón de ser. En todo caso Carvoon, en su ensayo, parece partir de la idea de un pasado adánico que nunca recuperaremos y que nos lleva al Juicio Final, a través de la historia, y del progreso, una falacia más del demonio. Para él la metáfora del tiempo es la destrucción, la carmoma.
El mismo Dios se arrepintió de haber crado al hombre, objeta Carvoon en cita directa del Génesis: "And the Lord was sorry that He had made man on the earth, and He was grieved in His heart." (Gen.6:6 ). Prueba esta de la maldad infinita del hombre y del castigo del tiempo, o sea del existir en el pecado al que nos vemos sometidos, que no niega la Redención explícitamente, pero casi, como si los Evangelios  no estuviesen al final de la Biblia. No solamente padece el hombre el castigo del tiempo, las cosas también, y así destina un capítulo entero a los efectos del tiempo en los metales, y explica con detalle, como por la pérdida del impulso substancial constitutivo -substantial natural impulse-, estos se ven impelidos inexorablemente a la desaparición, al polvo.
El aire, el agua y la misma naturaleza son los agentes operativos de la causa final que no perdona, el castigo eterno: el tiempo.
Podríamos objetar a Lord Carvoon que sin tiempo no habría existencia, causa necesaria a la belleza y al gozo, pero difícilmente le convenceríamos de que la auténtica expulsión del Edén fue la inmersión del hombre en el tiempo. El conflicto entre Dios omnipotente y bueno y la contingencia del mal moral, y sobre todo, el natural, es el gérmen del desconsuelo de Carvoon, un hombre con Fe, pero sin Esperanza. El problema central  viene de lejos, en 1635 Calderón de la Barca, en la Vida es Sueño, afirmó que el delito mayor del hombre es haber nacido; la singularidad de Carvoon es -sin negar la Fe- negar sus posibles consecuencias, y en definitiva la Libertad, prefigurando el más atroz pesimismo moderno fruto del existencialismo y el materialismo.
Sea como sea, hoy encontré estos hierros oxidados, llenos de herrumbre, que es más hidróxido que óxido, y he recordado este libro y no sin  pena corroboro que el paso de los años es para muchas personasr un tránsito de la ilusión al lamento. Los tiempos no andan fáciles, y aunque Lord Carvoon entendiese su pesimismo como la única forma de aseverar la realidad, yo no comparto tan impúdica afirmación. Las cosas podrían estar mejor, estuvieron mejor y quizá estén mejor cuando pase algún tiempo, para Carvoon, en cambio, estuvieron mejor, van a peor y nunca estarán mejor que hoy.
En fin, quizá sea el óxido, la herrumbre o el principio del otoño, pero para mí que el pesimismo no trae nada bueno.


3 comentarios:

  1. De tus múltiples preguntas me atrevo a resolver dos. Carvoon cree en el paraíso, no podría ser de otro modo, cree en Dios y en la Creación, acepta el Génesis, que cita, y en el pecado. El problema es que su Fe no lleva la Esperanza de la Redención,el tiempo es la forma de castigo elegida por Dios, y la Gloria la ausencia de él (tiempo).

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    1. Muy agradecida David a tus respuestas, entendido, en fín tenemos que respetar que el Señor Carvoon tenía sus elecciones personales al igual que todos, por ejemplo el escritor que tanto me apasiona D. Francisco Ayala, en algunos de sus escritos sí le da importancia a la Redención.

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    2. Cuando se me ocurrió este personaje, lo quise contradictorio, atormentado... Quizá algún día escriba más de él.

      Un saludo, y gracias por tu interés

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